© Vicente R. Sanchis Caparrós

lunes, 22 de mayo de 2023

Crónica de la muerte de Strindberg por Jacinto Benavente

 Acaba de llegarme a casa esta publicación de 1912 en la que Jacinto Benavente, nuestro dramaturgo premio Nobel, anunciaba al público español la muerte de August Strindberg. El dato curioso es que Benavente afirma que se ha traducido a Strindberg en español pero no se ha llevado a escena nunca, dato que es erróneo. Efectivamente, el 18 de mayo de 1905 se estrenó Padre, en el teatro Apolo de Barcelona, si bien pasando bastante inadvertida. Es un documento histórico y del que no había apenas referencia de su existencia.




jueves, 27 de enero de 2022

El padre de August Strindberg






 Es curioso cómo cada vez que quieres escribir el título de esta obra, no puedes evitar el doble juego. El padre de August Strindberg es una obra fantástica, pero en la última persona en quien piensas al verla es en su padre.


Más bien, Strindberg nos da tantas pistas de a quién se refiere que parece que nos está tomando el pelo. A modo modernista, como si de un Joyce cualquiera se tratara, la vida y la obra del genio sueco se mezclan. ¿Podemos decir, entonces, que el padre es él...?

Si nos atenemos a analizar la vida de Strindberg según su obra, llegaremos a la misma conclusión que Karl Jaspers: Strindberg estaba clínicamente loco. Pero yo me niego a creerlo. Igual que me niego a creerme la etiqueta de misógino. Ciertamente, las mujeres no salen muy bien paradas de sus descripciones y en sus actos. Sin embargo, no deja de resonar en mi conciencia aquello que le escribió a Nietzsche (hablando de cordura): quisiera ser una mujer para que me impregnara todo su semen. Alguien que odia a las mujeres, quizá buscaría otra metáfora para referirse a un colega. O al menos, no sería tan explícito. Pero, obviamente, el hecho de que Strindberg fuera un misógino no se explica meramente por esta anécdota.

Cuando traduje La señorita Julie (Cátedra, nº 398), ya me di cuenta de que aquello no era la obra de un misógino. Lo he vuelto a ver al traducir El padre. Tampoco diré que Strindberg fuera un feminista, pero sí diré que Strindberg escribía su verdad, lo que veía y lo que sufrió. En El padre, Laura nunca actúa por maldad. De hecho, no dice mentiras. Simplemente, parece que no es consciente del daño que puede hacerle a su marido. Sólo al final se da cuenta de lo que ha hecho, pero no es una trama urdida para hacerle daño. En realidad, todo lo que hace lo hace por su hija y por ella misma. Es una defensora aférrima de sus derechos y si vemos en esto una precursión de la lucha de las mujeres por controlar su destino, bienvenida sea.

Corre por Valencia un cierto aire Strindbergiano. Desde que fui uno de los primeros Erasmus en Suecia allá por 1995, siempre lo ha corrido. Me pasó lo mismo que le pasó a Bergman a los 13 años. Intentas quitártelo de encima, estampas sus libros contra la pared, lo odias y lo amas, pero siempre está ahí. Esa fuerza de cordura insana y tan necesaria... El enemigo de sus amigos... El precursor de tantos movimientos...

Hace un tiempo se preestrenó El padre en la sala Russafa de Valencia. El texto lo adaptó Juan Prado sobre mi traducción. Fue un éxito de público, ya que de los tres días que estuvo en cartel, los tres días estaba lleno. ¿Quiere esto decir que Valencia necesita de más Strindberg? Creo que sí. Necesitamos un alma tormentada y con esa fuerza para sacarnos del ostracismo. Ya estamos hartos de ver sainetes en las programaciones culturales de esta ciudad. Vamos a traer a Strindberg a esta ciudad y lo vamos a invitar a que se quede. Todos aquellos que queráis uniros al genio sueco, seréis bienvenidos.

Y aquí tenéis el enlace afiliado al libro en Amazon. Lo tenéis disponible tanto en versión digital como en papel. Además, cada vez que compras, Amazon dará una pequeña parte al colegio que tú elijas. Por favor, si lo leéis, comentad y compartidlo. Un abrazo a tod@s.

El padre, versión de Vicente R. Sanchis Caparrós


Välkommen till Valencia, herr Strindberg!

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Los 19,50€ que jamás debí gastarme

Siempre he considerado la poesía como algo serio, del mismo modo que la traducción de la poesía siempre ha sido, es y será seria. Pero lo que no es serio es la traducción de Roberto Mascaró de Deshielo a mediodía del poeta sueco Tomas Tranströmer, premio Nobel de literatura en 2011. No soy amigo de criticar a colegas que llevan a cabo la dificilísima labor de traducir a poetas. En el caso de Tranströmer, no es en absoluto fácil. Pero cuando hoy he llegado a casa con la ingente ilusión de leer al premio Nobel de 2011 en español (ya lo había leído en sueco), me han dado ganas de contarle a todo el mundo lo que me ha hecho sentir su lectura en este blog (lo de todo el mundo, es una hipérbole, claro).

Como he dicho anteriormente, no me gusta criticar, pero cuando una editorial como Nórdica, a la que le tengo un enorme aprecio y respeto, por cierto, publica una traducción, creo que debería ser un poco más rigurosa en su edición. Sin querer profundizar demasiado en el tema, mi asombro ha empezado a aflorar cuando el traductor opta por un vocabulario que desmerece el ritmo original de la obra. En efecto, la obra de Tranströmer es oscura, profunda, en ocasiones, patética y con frecuencia "demasiado humana". Por eso me sorprende leer el poema "Svenska hus ensligt belägna" como "Casas suecas situadas aisladamente". Creo que la elección del título es desafortunada porque resulta forzada. Literalmente (si aún hoy vale usar esa palabra en traducción literaria), sería algo así como "Casas suecas situadas apartadas", tomando "ensligt" como un adverbio, que sería apartadas. La elección de vocabulario no es el problema. El problema, para mí, es el ritmo. Si ya en el título se rompe, el resto no mejora. En sueco, al igual que pasa en inglés, las palabras son más cortas. Se dicen más cosas en menos espacio. Y esto, efectivamente, es un problema de ritmo. Pero lo que creo que hay que hacer en esos casos es darle prioridad al ritmo sobre el vocabulario. La elección de las palabras tiene que estar supeditada al ritmo.

En ese mismo poema, Tranströmer hablar de "rykande månstrålar", que Mascaró traduce como "humeantes rayos de sol". De nuevo, no pongo en duda la elección de vocabulario, ya que entiendo que se trata de una decisión muy personal, razonada y que sin duda responde al momento en que el traductor se sentó a traducir y que seguro refleja sus sentimientos en ese momento. Pero "månstrålar" hace referencia a la luz de la luna, no del sol. Si en un poema de Tranströmer se habla de la luna y en español se habla del sol, la diferencia es obvia. Un poema sueco a la luz de la luna transmite algo muy diferente a lo que transmite algo tan preciado en Suecia como el sol.

Aparte de estos detalles, que en mi opinión desvirtúan la obra de Tranströmer, la edición en su conjunto responde al habitual buen hacer de Nórdica. Me gustaría ver más títulos suecos publicados en la editorial, pues todavía es escasa la representación escandinava en español, sobre todo si tenemos en cuenta la enorme tradición y calidad de la literatura sueca. Para empezar, leamos a Tranströmer en la versión de Mascaró, claro que sí. Pues, si bien hay detalles que no me gustan, ¡hay que leer a Tranströmer!

viernes, 16 de septiembre de 2011

Translating the untranslatable

Proper names are not translatable. So they say. But John is Juan, Jean, Johan, and so on. Can we say that a name is adaptable but not translatable? In my opinion, a name is a name and should remain untranslated. Would a Spanish translator dare to write La señora Bovary on the cover of the book?

Talking about Bovary, yesterday I read a very interesting article about translation and Madame Bovary by Lydia Davis. She talks about the need for new versions of works already translated, though she finally challenges this idea. I cannot say that I agree.

If a character is reading a newspaper, say The New York Times, why in the Spanish translation is he reading El País? What if El País disappears? The answer is clear: we need a new translation. We can obviously say that everything is adaptable. But are we then being faithful to the original intention of the author or are we creating (or rather attempting to create) a new work of art? This simple example is enough, I think, to believe in generational revisions of translations.

When I translated Strindberg's Fröken Julie, I did it on a revised, scanned text edited by Gunnar Ollén. The original text had been amended by the editor, Seligman, and so did not respond to Strindberg's original intention. If the original text was already altered, what can we expect from its translations? Hence the need of a new translation in Spanish of Strindberg's most performed play. Another thing I did was change the title. The previous versions of the translation read La señorita Julia and all the names had been translated into Spanish, which I did not like. So I proposed the title La señoria Julie, keeping the protagonist's name as well as the other characters' names, namely Jean and Kristin.

In conclusion, names should remain untranslated. I believe in the curiosity of the reader, spectator, etc. to go and check the connotations of names. And if not, there are always the cultural footnotes.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Bergman om Strindberg

Ingmar Bergman pratar om August Strindbergs verk och om hur han drömte om författaren. Väldigt intressant!

miércoles, 7 de septiembre de 2011

100 years without Strindberg

One hundred years after Strindberg's death, his writings are more alive than ever. Dealing with sex wars, identity crisis or financial problems seems to be today's news. A question that has struck me recently is why Strindberg has become the greatest woman-hater in literary history. For sure it had to be difficult to live together with him, but as can be deduced from some of his letters he really loved his wives (before love turned into hatred, that is). In a letter he wrote to Nietzsche, Strindberg felt like a bitch when reading the German author, feeling his thoughts penetrating him and filling him with sperm. Is this the kind of stuff a woman-hater says? If we are talking about more than a hundred years ago, probably the vision men had from women was very different. But definitely, yes, this is the kind of things a mad man, as Jesper Kaspers defined him, would say. But Strindberg respected women. And one of the qualities he wanted in a woman was her intellect. He wanted a wife who could make an effort to equal him in intellect. This, however, never happened in his own opinion. However, not reaching Strindberg's level of intelligence had absolutely nothing to do with being a woman. Many male friends gave up their friendship following Strindberg's megalomania. But once again, the key is in the letters. Strindberg's letters amount to several volumes. Among others, he exchanged correspondence with Nietzsche. It is very relevant to read this letter dated in December 1888:
As regards England, I really do not feel in a position to say anything whatever; for, as far as she is concerned, we have to deal with a nation of bigots that has delivered itself up into the hands of its women, and this is tantamount to hopeless decadence. You know, my dear Sir, what morality means in England: Girls High School libraries, Currer Bell, Miss Braddon and the rest; Don t soil your hands with that offal! In the French language you can pierce your way even into the uttermost depths of the negro- world, so you can safely let England s trousered women go to the deuce. Please think the matter over and consider my suggestions and let me hear from you about it as soon as possible.
After this, a woman-hater, yes or no? I would say yes, but not blaming only the writer. Was the society of the time ready for women taking power? Is our society really ready? I would like to think it is but I would also like to see more women in power. However, I believe that women in power have to stop acting like men and give a definitively feminine vision of things. A woman acting like a man is of no use for society, I believe. Maybe that is one of Fröken Julie's mistakes: wanting to take a man's role when what we really need is a woman in the same position. In conclusion, I want to see more women in power but leading as women, not making the same mistakes men make over and over again.

miércoles, 20 de julio de 2011

August Strindberg en Berlín

August Strindberg en 1893
 Parece ser que Strindberg no vivía muy a gusto en ningún sitio. Si unimos el hecho de que a los suecos en general les encanta viajar que el clima tampoco acompaña mucho, no es de extrañar que Strindberg no fuera una excepción. Sin embargo, Strindberg siempre se movió por latitudes nórdico-germánicas, con la excepción de su estancia en París entre 1894 y 1896. Y así llegó a Berlín, capital de una Alemania en la que la cultura y los genios florecían.

Strindberg llegó a Berlín en 1892, huyendo, como en muchas otras ocasiones le sucedía. Su reciente separación de Siri von Essen debió hacerle sufrir y pudo ser causa de su viaje. En Berlín, se alojó con su entonces amigo el escritor sueco Ola Hansson y su mujer Laura Marholm, autora, entre otras obras, de Das Buch der Frauen (El libro de las mujeres). Con ellos vivió en Friedrichshagen, si bien no pareció acabar muy contento ya que en alguna carta posterior se refirió al lugar como Friedrichshölle (Hölle=infierno). Con la consiguiente ruptura de la amistad con los Hansson, algo habitual en Strindberg (recordemos, por ejemplo, la enemistad con los pintores Carl Larsson o Edvard Munch tras una larga amistad), Strindberg se instala en una pensión en el centro de Berlín (Berlin-Mitte), más concretamente en Wilhelmstraße, cerca de Unter den Linden, una de las avenidas principales de Berlín.

Precisamente en la esquina de estas dos calles, se encontraba una taberna llamada Zum schwarzen Ferkel (El cerdo negro), lugar de reunión de los más célebres autores, pintores y artistas en general escandinavos. Allí discutían sus teorías, por ejemplo, Adolf Paul, Edvard Munch, Gunnar Heiberg, Axel Maurer, Gabriel Finne o Holger Drachmann.

Curiosamente, el nombre de la taberna se le atribuye a Strindberg, quien por un cuadro de un cerdo negro a la entrada siempre se refería de ese modo al lugar. Podemos leer sobre todo lo que allí aconteció de la mano del mismo Strindberg, quien narró en Klostret (El claustro) su matrimonio con Frida Uhl y su vida bohemia en Berlín.

Frida Uhl en 1893
Efectivamente, Strindberg conoció a Frida Uhl en Berlín y fue en la taberna donde tuvieron varios encuentros. La joven periodista austríaca le debió parecer un tanto ingenua a Strindberg cuando ella le invitó a su casa sin compañía alguna. Igualmente le debió de parecer ingenuo el hecho de que Frida no se cansaba de escuchar sus teorías literarias vestida con ropas un tanto provocadoras, como se desprende de lo que Strindberg escribió en Klostret:

Un vestido ceñido verde revelaba la figura de una joven de dieciocho años y su pelo, que se había cepillado suavemente, le hacía parecer una colegiala ya adulta. Él no era capaz, ante tal encanto, de esconder su estado mental; en vez de ello, la miraba de arriba abajo, como si intentara así descubrir al enemigo escondido con un reflector.
¡Eros! Estoy perdido, pensó, y a partir de ese momento lo estuvo.

Frida y August Strindberg se casaron en 1893 y su matrimonio duró 18 meses.


Leemos en las Obras Nacionales de Strindberg lo siguiente:

I den självbiografiska romanen Klostret skildrar Strindberg närgånget sitt komplicerade och kortvariga äktenskap med den unga österrikiska journalisten Frida Uhl. Den innehåller också en livfull skildring av hans bohemliv på stamlokuset »Zum schwarzen Ferkel» (Den svarta grisen) i Berlin i början av 1890-talet.
    »Jag ber Dig ej låta läsas af obehöriga!» skrev Strindberg, när han 1898 skickade romanen till Gustaf af Geijerstam på Gernandts förlag. Klostret kom heller inte att tryckas under författarens livstid. När han var i färd med att skriva novellsamlingen Fagervik och Skamsund 1902, omarbetade han i stället Klostret till novellen Karantänmästarens Andra Berättelse. Genom att förlägga handlingen till Danmark och ändra på huvudpersonernas nationalitet tonade han ned de självbiografiska inslagen.