© Vicente R. Sanchis Caparrós

jueves, 27 de enero de 2022

El padre de August Strindberg






 Es curioso cómo cada vez que quieres escribir el título de esta obra, no puedes evitar el doble juego. El padre de August Strindberg es una obra fantástica, pero en la última persona en quien piensas al verla es en su padre.


Más bien, Strindberg nos da tantas pistas de a quién se refiere que parece que nos está tomando el pelo. A modo modernista, como si de un Joyce cualquiera se tratara, la vida y la obra del genio sueco se mezclan. ¿Podemos decir, entonces, que el padre es él...?

Si nos atenemos a analizar la vida de Strindberg según su obra, llegaremos a la misma conclusión que Karl Jaspers: Strindberg estaba clínicamente loco. Pero yo me niego a creerlo. Igual que me niego a creerme la etiqueta de misógino. Ciertamente, las mujeres no salen muy bien paradas de sus descripciones y en sus actos. Sin embargo, no deja de resonar en mi conciencia aquello que le escribió a Nietzsche (hablando de cordura): quisiera ser una mujer para que me impregnara todo su semen. Alguien que odia a las mujeres, quizá buscaría otra metáfora para referirse a un colega. O al menos, no sería tan explícito. Pero, obviamente, el hecho de que Strindberg fuera un misógino no se explica meramente por esta anécdota.

Cuando traduje La señorita Julie (Cátedra, nº 398), ya me di cuenta de que aquello no era la obra de un misógino. Lo he vuelto a ver al traducir El padre. Tampoco diré que Strindberg fuera un feminista, pero sí diré que Strindberg escribía su verdad, lo que veía y lo que sufrió. En El padre, Laura nunca actúa por maldad. De hecho, no dice mentiras. Simplemente, parece que no es consciente del daño que puede hacerle a su marido. Sólo al final se da cuenta de lo que ha hecho, pero no es una trama urdida para hacerle daño. En realidad, todo lo que hace lo hace por su hija y por ella misma. Es una defensora aférrima de sus derechos y si vemos en esto una precursión de la lucha de las mujeres por controlar su destino, bienvenida sea.

Corre por Valencia un cierto aire Strindbergiano. Desde que fui uno de los primeros Erasmus en Suecia allá por 1995, siempre lo ha corrido. Me pasó lo mismo que le pasó a Bergman a los 13 años. Intentas quitártelo de encima, estampas sus libros contra la pared, lo odias y lo amas, pero siempre está ahí. Esa fuerza de cordura insana y tan necesaria... El enemigo de sus amigos... El precursor de tantos movimientos...

Hace un tiempo se preestrenó El padre en la sala Russafa de Valencia. El texto lo adaptó Juan Prado sobre mi traducción. Fue un éxito de público, ya que de los tres días que estuvo en cartel, los tres días estaba lleno. ¿Quiere esto decir que Valencia necesita de más Strindberg? Creo que sí. Necesitamos un alma tormentada y con esa fuerza para sacarnos del ostracismo. Ya estamos hartos de ver sainetes en las programaciones culturales de esta ciudad. Vamos a traer a Strindberg a esta ciudad y lo vamos a invitar a que se quede. Todos aquellos que queráis uniros al genio sueco, seréis bienvenidos.

Y aquí tenéis el enlace afiliado al libro en Amazon. Lo tenéis disponible tanto en versión digital como en papel. Además, cada vez que compras, Amazon dará una pequeña parte al colegio que tú elijas. Por favor, si lo leéis, comentad y compartidlo. Un abrazo a tod@s.

El padre, versión de Vicente R. Sanchis Caparrós


Välkommen till Valencia, herr Strindberg!

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